¿Qué es y Por qué es importante un Protocolo de Familia?
El proceso de profesionalización es el momento adecuado para que sus titulares, en el caso de que sean más que uno y que además sean integrantes de una o más familias, acuerden determinadas reglas, que actúen como marco de la relación entre ellos. Esta manifestación de la voluntad compartida es lo que se denomina Protocolo de Familia.
Es un documento escrito y consensuado cuyo objetivo es establecer pautas a seguir en temas tales como: a) el modelo de gobierno de la empresa, b) la política de sucesión en roles directivos y que integran el modelo de gobierno, c) el criterio para el ingreso de miembros de las familias a la empresa, d) la política de remuneraciones de los titulares que trabajan en la empresa en roles de conducción, e) la política de distribución de resultados, en términos de reinversión y dividendos, f) el esquema para la toma de decisiones en distintos ámbitos, g) las políticas para la transferencia o cesión de acciones, h) el procedimiento a seguir para la modificación de los acuerdos.
Esta enumeración no pretende agotar los posibles contenidos de un protocolo, sino ilustrar respecto de los mismos, de modo que se pueda identificar su naturaleza. Su redacción y desarrollo puede dar lugar a tensiones entre los miembros, debido a que muchas veces los contenidos de un protocolo no escrito se han dado de hecho, y la apertura de un espacio de reflexión para su formalización de cara al futuro pueden dar lugar a divergencias. Dada esa mezcla de propiedad, trabajo y lazos de familia, que se produce en una empresa de familia se crea un ambiente de acuerdos informales o tácitos que a poco de escarbar pueden mostrar fisuras. Son temas que muchas veces no se hablan. Por eso, si el protocolo se puede formalizar, vale la pena pasar quizás por un terreno difícil, al cabo del que, el grupo propietario se haya fortalecido por la claridad de los acuerdos que han despejado dudas y temores. Lo importante para alcanzar el éxito en su obtención es el espíritu con que se realiza y la buena voluntad de las partes a la hora de aportar criterios que conduzcan a un absoluto consenso. No existe un protocolo standard o único, sino que es propio de cada empresa en función de la voluntad de sus respectivos titulares. La firma es una clara manifestación de un acuerdo explícito acerca de los cursos de acción a seguir en las situaciones que emerjan en el futuro. Si bien las PyMES que disponen de este acuerdo representan una minoría, cada vez más y más titulares de Pymes van adoptando la iniciativa, como consecuencia de la difusión que va teniendo este instrumento. El paraguas del proceso de profesionalización es un buen momento para llevarlo adelante, porque ofrece un contexto que permite entender como natural y lógica la formalización de un protocolo entre los titulares de la empresa. Desde ya que no tiene sentido un protocolo que no pueda adaptarse a la evolución de la empresa y de sus titulares. Por eso entre sus contenidos es bueno incluir un punto referido a procedimientos a seguir para la modificación de los acuerdos. Esto le da flexibilidad y vigencia. Por supuesto, siempre debe prevalecer el espíritu de una voluntad consensuada entre los titulares.