Nuestra empresa PYME ha crecido. ¿Soy/Somos el CEO que la empresa requiere?
Aquellos tiempos dónde éramos unos pocos han pasado. Con los años la pasión y la fuerza (que no hemos perdido aunque a veces eso parezca) ha comenzado a competir con nuestra mayor conciencia de que vale la pena disfrutar otros aspectos de la vida. “El crecimiento” de nuestra empresa nos enfrenta a desafíos de sustentabilidad, riesgo y complejidad crecientes.
En este marco es posible que nos preguntemos: ¿Es una buena decisión continuar trabajando con el paradigma tradicional de abarcar lo estratégico y lo operativo en forma concurrente o lo podemos sustituir por un modelo de liderazgo/supervisión estratégico de rumbo delegando la gestión del dia a dia?, ¿Tenemos las ganas y la capacidad que la supervivencia exige de sostener un proceso de evolución constante de la empresa ahora que ha alcanzado una dimensión mayor?.
Esta última pregunta la podemos contestar considerando la distinta naturaleza de sus componentes. Las ganas, tienen que ver con aspectos personales de cada uno, estrechamente vinculadas con las preferencias y con la elección de cómo vivir la vida. Las ganas puede ser una elección. La capacidad, constituye un aspecto distinto. La capacidad y la decisión de los tiempos iniciales de convertir una idea en una realidad, la capacidad de esfuerzo y dedicación, el conocimiento de un negocio no son atributos suficientes para una empresa que ha crecido y es ahora mucho mas compleja. Nuevas capacidades son requeridas. La capacidad de profundizar la profesionalización de la empresa en todas sus áreas y tener el conocimiento para hacerlo, la capacidad de armar y liderar un equipo gerencial o de responsables de sector sólido y preparados para llevar adelante en forma conjunta un plan de negocios que contribuya al valor de la empresa y a sus resultados, la capacidad de ser un excelente comunicador que entusiame y pueda movilizar a toda la organización en los objetivos de negocio, son algunos ejemplos de las nuevas capacidades que la empresa de mayores dimensiones requiere. Nuevamente las preguntas: ¿Tenemos la capacidad?, ¿Tenemos las ganas? Ya sea por falta de ganas o por un juicio autocrítico de capacidad, quizas comenzemos a percibir la idea de un CEO profesional como una idea más cercana para nuestra empresa. El paso que sigue es no equivocarnos. Barreras habituales como el temor a a perder el control o incluso el costo económico, si bien importantes no son el aspecto más crítico de la decisión. El aspecto más crítico resulta ser el enfoque o el camino previo que sigamos en la incoporación del CEO para que la iniciativa funcione y tenga éxito. Incorporar un CEO cuando como dueños e historicos conductores no estamos preparados, cuando la organización no está preparada (procesos, prácticas, controles, cultura), cuando no está claro cual va a ser su contribución, constituyen factores que atentan contra la implementación exitosa de la decisión. Por ello una vez adoptada la misma, un plan de acción previo debe ser diseñado y ejecutado para disponer de un ecosistema alineado y preparado para transitar una nueva etapa en el proceso evolutivo de la empresa.